“Me causa una gran repugnancia hacer preguntas...

“Me causa una gran repugnancia hacer preguntas: poseen mucho de la fatalidad del juicio final. Se pone en marcha una pregunta y es como si se empujara una piedra. Uno se encuentra sentado tranquilamente en lo alto de un monte, y allá desciende la piedra, arrastrando a otras en su rodar, y a lo mejor, un pobre infeliz, el que menos uno podía pensar, recibe el golpe en la cabeza, en su propio jardín, y su familia tiene que cambiar de apellido. No, señor: para mí ya es una norma: cuanto más extraño parece un asunto, menos preguntas”.

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