“Mi adorada de un día, cariñosa
-¿En qué piensas?, me dijo:
-En nada… -En nada ¿y lloras? -Es que tengo
alegre la tristeza y triste el vino”.
-¿En qué piensas?, me dijo:
-En nada… -En nada ¿y lloras? -Es que tengo
alegre la tristeza y triste el vino”.
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