“No había en estas cartas ni principio ni fin...

“No había en estas cartas ni principio ni fin, ni medio, ni gramática, ni nada de lo que se entiende ordinariamente por el estilo. Allí estaba mi alma desnuda delante de otra alma, expresando o balbuceando como podía los tumultuosos sentimientos que la llenaban por medio de un lenguaje insuficiente a los hombres. Este lenguaje no está hecho para expresar lo inexpresable: signos imperfectos, palabras vacías, palabras huecas, lengua de hielo que fundía la plenitud, la concentración y el fuego de nuestra alma, como un metal refractario para formar otra lengua vaga, etérea, deslumbrante, que acariciaba como lenguas de llama, que no tenía sentido para nadie, y que nosotros solos entendíamos, porque estaba hecha para nosotros solos”.

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