“Le parecía raro que se pudieran crear personas muertas, pero no vivas. El camarada Ogilvy, que nunca había existido en el presente, existiría ahora en el pasado, y una vez que la falsificación cayera en el olvido, existiría de manera tan auténtica, y con el mismo tipo de pruebas, que Carlomagno y Julio César”.
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