“-Aprendes despacio, Winston –dijo con amabilidad O’Brien.
-¿Y qué quieres que haga? –balbució-. ¿Cómo quieres que no vea lo que tengo delante de la cara? Dos y dos son cuatro.
-A veces, Winston. En ocasiones, son cinco. O las dos cosas al mismo tiempo. Tienes que esforzarte más. No es fácil recuperar la cordura”.
-¿Y qué quieres que haga? –balbució-. ¿Cómo quieres que no vea lo que tengo delante de la cara? Dos y dos son cuatro.
-A veces, Winston. En ocasiones, son cinco. O las dos cosas al mismo tiempo. Tienes que esforzarte más. No es fácil recuperar la cordura”.
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