“-La vida misma es un misterio insoluble -sentenció el clérigo en tono grave.
(…)
-No es eso lo que he querido decir. No hablaba de filosofía –dijo-. Pensaba sólo en meros hechos prosaicos y sencillos, cosas que han sucedido y que nadie ha sabido explicarse nunca”.
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-No es eso lo que he querido decir. No hablaba de filosofía –dijo-. Pensaba sólo en meros hechos prosaicos y sencillos, cosas que han sucedido y que nadie ha sabido explicarse nunca”.
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