“-¿Qué es lo que has dicho, Raymond? ¿Misterios insolubles? Ah… ¿y a qué viene eso?
-A nada -replicó Joyce Lemprière-. A Raymond le agrada el sonido de esas palabras y por eso las pronuncia en voz alta”.
-A nada -replicó Joyce Lemprière-. A Raymond le agrada el sonido de esas palabras y por eso las pronuncia en voz alta”.
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