“-Sé, querido -intervino la señorita Marple-, que tus libros son muy interesantes. Pero, ¿tú crees que la gente es en realidad tan desagradable como tú la pintas?
-Mi querida tía -repuso Raymond en tono amable-, conserva tus creencias, y no permita el cielo que yo las destroce en ningún sentido”.
-Mi querida tía -repuso Raymond en tono amable-, conserva tus creencias, y no permita el cielo que yo las destroce en ningún sentido”.
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