“Pero mi abuela me llamó una mañana; me dijo que, como estaba ciega, no podía vigilarme...

“Pero mi abuela me llamó una mañana; me dijo que, como estaba ciega, no podía vigilarme; cogió un alfiler y me prendió a su falda. Me declaró en seguida que así habríamos de vivir toda nuestra existencia si no me hacía más juiciosa”.

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