“-¿Sabe usted por qué me siento tan feliz al contemplarle? -dijo ella-. ¿Por qué le amo tanto?
-¿Por qué? –y mi corazón temblaba.
-Le amo, porque no se ha enamorado de mí. Otro, en su lugar, no me dejaría en paz, me atormentaría, caería enfermo… ¡Y usted es tan bueno!”.
-¿Por qué? –y mi corazón temblaba.
-Le amo, porque no se ha enamorado de mí. Otro, en su lugar, no me dejaría en paz, me atormentaría, caería enfermo… ¡Y usted es tan bueno!”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario