“Comprendo que el poner cara tan fúnebre sería de mi parte descortesía e ingratitud, pues ello obligaría a mis amigos, cuando me visitasen, a poner caras todavía más fúnebres para expresarme así su solidaridad, o, en el caso de que yo quisiera obsequiarles, invitarles a sentarse en silencio ante unas hierbas amargas y una comida funeraria. Tengo que aprender a estar feliz y a sobreponerme a los acontecimientos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario