“En el pasado vivía enteramente para el placer, y él me alejaba de todas las formas del dolor y el sufrimiento. Sentía repugnancia hacia ellos. Había decidido enterarme de su existencia lo menos posible, considerarlos, en cierto aspecto, como formas de imperfección. Eran extraños a mi idea de la vida. No había lugar para ellos en mi filosofía”.
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