“Y, en realidad, la peor de mis faltas...

“Y, en realidad, la peor de mis faltas consistía tan sólo en una inclinación alegre, ansiosa de placeres, cualidad que ha hecho muy felices a otros, pero que, a mi entender era muy difícil de conciliar con mi imperioso deseo de llevar la cabeza muy alta y de lucir ante el mundo una actitud más solemne que la habitual”.

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