“¿La ves? -parecía decirme, mostrándome la joya-. ¡Cómo brilla! Parece un círculo de estrellas arrancadas del cielo una noche de verano. ¿La ves? Pues no es tuya, no lo será nunca, nunca… Tendrás acaso otras mejores, más ricas, si es posible; pero ésta, esta, que resplandece de un modo tan fantástico, tan fascinador…, nunca…, nunca…”.
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